Testimonio del trabajador de LAFORSA  Ramón Rulo i Bargalló 

Laforsa fue concebida entre otras razones para ayudar a la falta de hierro que se produjo en la década del 1960-1970, cuando el país se ponía en marcha. Los horarios, tres turnos de mañana, tarde y noche, además de un turno central mañana y tarde. No era en aquel tiempo un modelo en cuanto a servicios de comedor, vestuarios y otras prestaciones. Con todo esto, más algunos escritos reivindicativos, ya tuvimos cosas que hacer.

Como hechos trascendentales en que uno toma conciencia, me acuerdo de quien en ese tiempo ya destacaba. Era el Ruiz, que entonces pertenecía a la plantilla de Rockwell Cerdans, en el término de Gavà. Aquel compañero ya nos informaba de su situación y pedía nuestra solidaridad.

Se piensa que la solidaridad es la clave para generar la energía y la fuerza que necesitan los más débiles individualmente, para que la clase trabajadora en general, si no se une, tiene muy poco que decir y hacer. Hay que añadir otro aspecto fundamental: la supervivencia, ya que al estallar una situación conflictiva grave, la tendencia en cuanto a los elementos represores consiste en descabezar los dirigentes, jefes, líderes y máximos responsables.

Ante estos peligros es necesario habilitar los medios de manera que, cuando empiecen los hipotéticos encarcelamientos hayan sido previstos ya punto los elementos necesarios para evitar una posible rotura de los lazos esenciales, lo que podría significar la debacle. Tampoco nos conviene el exceso de protagonismo, porque tenemos el peligro de convertir los elementos necesarios en imprescindibles, lo que no conviene a nadie.

Si cogemos un trozo de carne o pescado, lo ponemos en un cubo lleno de agua limpia y hacemos un control microscópico, observaremos que en poco tiempo el agua se habrá infectado. En la escuela sindical verticalista donde hubo gente de la rama textil, ramo del agua, metal, madera, etc, salvo los que pasaban olímpicamente, muchos nos íbamos contagiando. La vida y el Baix Llobregat fueron una magnífica academia de lucha y reivindicaciones constantes y permanentes. Luchadores y luchadoras esforzados e incansables que vivimos con las mismas esperanzas y sueños. Cada lucha, cada acción o experiencia nos llevaron al mismo estado a miles de personas más o menos conscientes de pertenecer a una clase, la trabajadora.

La gente también se interesaba y concienciaba cuando veían mediante los convenios, sobre todo cuando eran reivindicativos, por las mejoras conseguidas.

Ahora, cuando llegó el desbordamiento del Llobregat en la primera huelga de Laforsa, los trabajadores, como en una premonición, van fortaleciéndose preparándose para la gran lucha cercana.

Cuando en Santiago Domínguez Ontoria que vino de Santo Domingo para hacerse cargo de la gerencia de Laforsa nos comunicó las intenciones de la Dirección en el sentido de hacer grandes reformas en la laminación, le dijimos que hiciera lo que considerara más conveniente, pero que nos respetara el promedio individual correspondiente de prima en la producción. En Laforsa el personal de turno y de otros percibíamos en función de la categoría profesional y el lugar que ocupábamos en el organigrama, una cantidad en concepto de prima a la producción en función del hierro producido. Estas cantidades suponían alrededor del 40% de las nóminas salariales individuales. Por esta razón era el interés general que todo funcionara bien. Pero no fue posible. Al terminar las obras y después de días, semanas de fuerza pruebas y más pruebas con resultados poco satisfactorios, se generaron tiranteces hasta niveles insoportables y estalló el conflicto.

Una orden, una respuesta mal entendida, llevo al despido de Soria. La respuesta fue instantánea. En Laforsa los trabajadores no estábamos dispuestos a tolerar una injusticia como aquella y el Calvario se inició.

En pocos días vinieron los primeros despidos y las listas negras, las cartas para dividir voluntades, las típicas purgas capitalistas.

Pasó el tiempo. El caudillo que estába enfermo, se muere y entra el Rey. Los trabajadores de Laforsa se dan cuenta de que la cosa se alarga y que los de arriba quieren hacer rodar cabezas, suena la alarma. Hay que moverse, son doscientos en la calle, las barbas empiezan a crecer, la ropa de trabajo será el uniforme de combate y comienzan la tarea informativa, que la gente sepa lo que pasa, que el pueblo se entere de lo que está sucediendo, Universidades, colegios, periódicos, empresas. Solidaridad, necesitamos ayuda. El conflicto se alarga y el bolsillo se escurre. Y llegan las ayudas, incluso en divisa extranjera, 5000 coronas que los suecos nos hacen llegar. Aguanta fuerza y Laforsa aguanta, resiste y LAFORSA resiste. Ahora vamos al Obispado y en Montserrat con el Abad. Empiezo a filmar, y filmé.

Para estar al día de lo que pasa nos vemos cada día en el Sindicato de Cornellà: Rulo, date el paseíllo y los explicas algo que les levante la moral. Llegó Navidad y es donde nuestros hijos y mujeres sufren como nosotros: angustias y miserias, vienen los turrones, la moral es alta, la moral no se pierde.

En la Cabalgata de los Reyes vamos pacíficamente, los de Laforsa acompañando a los Reyes. De repente vienen los grises. No llevaban carbón ni juguetes, pero llevaban leña y la repartieron a raudales, hasta que se quedaron a gusto. Sin embargo la lucha se mantiene, Laforsa aguanta y aguanta.

Ahora, en el Parque de las Aguas de Cornellà, todos los participantes, gente del Barcelona, gente del pueblo, voluntaria y generosamente contribuyen económicamente, .música, sardanas y el Rulo que les cantó; "La mariquita de la camiseta estrecha", un éxito. Laforsa con el pueblo y el pueblo con Laforsa,. jornada eterna, inolvidable, histórica.

Y de nuevo se vuelve a repetir otra jornada entrañable. Ahora en un cine en San Ildefonso, donde recibimos la solidaridad de unos músicos jóvenes del País Vasco. Magnífico. El lugar lleno hasta la bandera, la gente aplaudiendo y gritando Forsa, Forsa, fue apoteósico.

Días más tarde tomamos la gran decisión, encerrarnos en la Iglesia Parroquial de Santa María de Cornellà: los hombres en el Templo, las mujeres se ponen nuestro uniforme de combate, salen a la calle, de momento todo queda tranquilo, mientras que las mujeres aprovechan para pasarnos comestibles y bebidas. La noche es fría y entran termos con café caliente, lo que se agradece. Comienza otro día. A medida que avanza, van reforzando la vigilancia en las mujeres, ya no las dejan acercarse, pero ellas no se arrugan, mantuvieron el suministro. Después hubo una notable concentración de los antidisturbios. De pronto cargan con contundencia, la gente se retira. Encabezando un grupo que se ha reunificado, las mujeres, magníficas van hacia el Sindicato.

El enero de 1976, como cualquier otro, oscurecía pronto, del Campanario vimos como aporrean anónimos compañeros que habían venido a manifestar su solidaridad con Laforsa, yo iba filmando.

Alrededor de la una del día siguiente, la policía nos desalojó. Un grupo en la calle gritaba enfadado: Forsa, Forsa, Forsa, Forsa.

Las negociaciones se mantenían, como siempre querían cortar cuellos. Finalmente, hartos, cabreados y hastiados, la gente saltó y estalló la huelga general: los trabajadores de Abrera, Martorell, Castellbisbal, Molins, San Féliu, San Juan, Esplugues, Sant Just, Sant Boi, Viladecans, Gavà, El Prat y Cornellà, muchos y muchas dejaron los talleres, fábricas de todo tipo, poniendo en peligro sus puestos de trabajo, y se incorporaron a la protesta por las libertades democráticas y contra las injusticias. La gente se movió de un lado a otro, arriba y abajo, en manifestación permanente, tras el Sindicato donde se habló y se coordina el eslogan que siempre ha estado presente, Laforsa: Readmisión.

Aprovecho para ir filmando. La Derbi 49cc me permitía moverme a mi gusto de la cabeza de arriba a la cabeza de abajo esquivando los obstáculos. En medio del conflicto se convocó una gran marcha a pie al Gobierno Civil de Barcelona.

En huelga se calcula que participación de más de 60.000 personas que al ponerse a andar nos invitaba a la reflexión: era gente de todo tipo y condición, gente trabajadora como nosotros dispuestos a luchar con nosotros para que la situación de los trabajadores y de la sociedad en general mejorara. Por eso ahora venían a ofrecernos su apoyo. Acerca de altruismo, como se puede pagar una deuda tan inmensa, una hipoteca que nos compromete para siempre.

Miles y miles de hombres y mujeres pisaban firme el suelo hacia el su destino: llegar hasta Colón y llegar juntos hasta el Gobierno Civil. De buena mañana ya me había trasladado al Barrio de Almeda para filmar unas secuencias que intuía interesantes. Al terminar, fui al sindicato y a continuación hacia Barcelona por Esplugues. Al llegar al puente de esta localidad, la G.C. había cerrado el paso, lo que me obligó a dar un rodeo y salir al otro lado, donde camuflado saqué una secuencia del bloqueo y fui caminando, pensando sobre cuestiones diversas. Se me ocurrió subir a Colón, donde desde su mirador podría rodar una buena perspectiva, pero no fue posible, la "fuerza represora" a caballo hizo ir hacia atrás a los compañeros que querían llegar a su objetivo. En este punto hay que hacer mención de quienes, encontraron la carretera cortada y tuvieron que modificar la ruta por torrentes y caminos de mala muerte, ellas especialmente con calzado poco adecuado, llegaron con los pies sangrando.

A pesar de todo el esfuerzo con todas las páginas escritas por aquellos héroes, se impuso finalmente una retirada estratégica. De nuevo había un paso atrás para no quemar reservas, Forsa aguanta Forsa resiste.

Pero el cansancio empieza a evidenciarse, especialmente en quedarnos solos. De pronto nuevas propuestas, fuertes sanciones, de tres y seis meses de empleo y sueldo, pero sin despedir a nadie, propuesta que aceptó.

Pasado el tiempo nos quedan los recuerdos de los que ya no están entre nosotros. Quisiera dedicarles un emocionado recuerdo a todos ellos. Siempre me acordaré de aquella épica huelga donde se derramó tanta generosidad, altruismo y solidaridad.