EL BAIX LLOBREGAT

El Baix Llobregat fue conocido como el "cinturón rojo" de Barcelona debido a su marcada tendencia progresista y de izquierdas. Cornellà de Llobregat se destacó como el epicentro de las luchas obreras y vecinales contra la dictadura franquista en esta comarca.

Década de 1960En 1962, la huelga de la Siemens en Cornellà fue un evento fundamental, marcando a Cornellà como un centro importante de movilización obrera. Durante este periodo, se produjo la infiltración en el sindicato vertical (CNS) en el Baix Llobregat como parte de la formación del nuevo movimiento obrero.

Década de 1970: A principios de la década, el Baix Llobregat contaba con unas 150 industrias, mayoritariamente pequeñas o medianas. La comarca sufría de una penosa situación en servicios e infraestructura. Se declaró el Estado de Excepción en España. Hubo detenciones. Se produjeron paros y manifestaciones contra el Proceso de Burgos en el Baix Llobregat. El desempleo registrado en la comarca aumentó.

En 1971, tuvieron lugar las elecciones sindicales. Hubo conflictividad obrera en Gavà y Viladecans por mejoras salariales. La huelga de Roca Radiadores duró 22 días y recibió apoyo solidario.

En septiembre, las riadas del Llobregat azotaron varias poblaciones, afectando especialmente a la parte baja de Cornellà, con protestas populares que duraron años hasta lograr la canalización del río. Se constituyeron las Comisiones de Barrio de Cornellà, paralelas a CCOO.

En noviembre, se constituyó la Assemblea de Catalunya. Trabajadores de Fama (Almeda, Cornellà) se encerraron en la iglesia de San Miguel en abril y hubo un encierro en la fábrica en mayo.

En 1972, hubo una concentración en el Ayuntamiento de Cornellà en septiembre por la canalización del río

En 1974, se produjo un incremento de la carestía de la vida, llevando a la primera huelga general en el Baix Llobregat en julio. En mayo, comenzó una importante huelga en la empresa ELSA de Cornellà debido a bajos salarios y malas condiciones laborales, generando una ola de solidaridad en Cornellà y otras empresas del Baix Llobregat.

En diciembre, tuvo lugar la segunda huelga general en protesta por el aumento del coste de la vida. La huelga de ELSA en Cornellà se considera un punto culminante en la lucha contra la dictadura. El último Ayuntamiento franquista de Cornellà estaba en funcionamiento en febrero. Ocho entidades ciudadanas de Cornellà enviaron una carta al alcalde para su entrega al gobernador civil, expresando preocupación por la situación económica, el paro y las detenciones.

En noviembre de 1975, Comienza la huelga de Laforsa y termina el 23 de febrero de 1976. Llevando a la tercera huelga general de la comarca, más de 80.000 personas salieron a la calle. Tras 105 días de huelga, todos los trabajadores fueron readmitidos, aunque aceptando algunas sanciones. Esta noticia fue recibida como una gran victoria por los trabajadores.

 En febrero de 1976, el Rey Juan Carlos I visitó Cornellà, en su primera visita a Catalunya. En junio, se celebró el Congrés d’Entitats de Cornellà, marcando un momento de madurez del movimiento popular.

El 11 de septiembre de 1976, la Diada se celebró en Sant Boi de Llobregat con una gran asistencia. La Assemblea Democràtica de Cornellà emitió un comunicado. El convenio comarcal del metal de 1976 fue el último negociado durante la dictadura.

Las Comisiones de Barrio surgieron y se fortalecieron en Cornellà y otros municipios del Baix Llobregat, permitiendo a los vecinos tomar conciencia de sus derechos y organizarse. Estas asociaciones, junto con las organizaciones obreras, jugaron un papel crucial en la lucha antifranquista en la comarca. La Iglesia, a través de figuras como Oleguer Bellavista de la iglesia de Almeda en Cornellà (donde se fundaron las CCOO del Baix Llobregat), también apoyó los movimientos reivindicativos. 

Cornellà llegó a ser percibida por las autoridades franquistas como un foco importante de oposición, al mismo nivel que ETA.

Andrés Sánchez Vega



EL DÍA QUE SE CONSOLIDÓ EL CINTURÓN ROJO

El Cinturón Rojo formado alrededor de Barcelona por las comarcas más industriales, consolidó su nombre a principios de julio de 1974. Los conflictos laborales latentes, agravados por el crecimiento de la inmigración, el hacinamiento y las relaciones sindicales y políticas en los momentos de descomposición del franquismo, se concretaron en una huelga general. Las movilizaciones, puntuales primero, se extendieron rápidamente a toda la comarca del Baix Llobregat. Hoy la historia explica ya aquel acontecimiento como pieza clave para el movimiento obrero español reciente.

El descontento de los trabajadores metalúrgicos del Baix Llobregat coincidió con las huelgas de los trabajadores de las empresas Elsa y Solvay.

Este hecho permitió que las zonas norte y sur del Baix Llobregat tuvieran un punto de referencia y una sensibilidad común por el tema. La vieja estructura del sindicalismo vertical sirvió a los dirigentes obreros como marco de la convocatoria.

Los enlaces sindicales del metal, reunidos en asamblea general en los locales de la OSE, convocaron un paro de dos horas en la industria del sector metalúrgico para el 3 de julio. Sin embargo, al día siguiente, reunidos nuevamente en los locales del sindicato vertical, acordaron convocar una huelga general que vinculó las luchas de los trabajadores de Elsa y Solvay. Ese paro se convirtió en huelga general el 4 de julio, al sumarse los trabajadores de los talleres y fábricas pequeñas por requerimiento de los obreros que ya habían parado. El día 5, según el Correo Catalán, el 80% de las empresas de Cornellá estuvieron en paro, junto con los bares y comercios de la ciudad. También pararon los trabajadores de otros municipios del Baix Llobregat como Sant Feliu, Sant Joan Despí, Espulgues y Sant Boi.

El origen de la huelga fue la negociación del convenio colectivo en Elsa y en Solvay. Las direcciones ofrecían aumentos salariales mínimos. En Elsa se proponían, además, unos cambios de turno y de condiciones de trabajo que los trabajadores no aceptaban. Tras unos paros iniciales de protesta, la dirección de Elsa despidió a dos dirigentes: Carles Navales y Pepe Martínez. Estos despidos provocaron reacciones de solidaridad, lo que se tradujo en el despido de la totalidad de los 700 integrantes de la plantilla. En Solvay, en un proceso parecido, los despedidos fueron 64 y el resto de la plantilla fue sancionada.

La convocatoria de huelga general llegó dentro de un proceso en el que confluían la inquietud del movimiento obrero y una creciente concienciación ciudadana en casi toda Cataluña. La popularidad de los trabajadores represaliados, por ejemplo, alcanzó tal punto que la policía intentaba que por la calle se quitaran las batas y monos azules para que no pudieran ser identificados. Para neutralizar esta acción, las trabajadoras y las esposas de los despedidos se colocaban las batas sin ninguna prenda debajo, por lo que, cuentan ahora, "no se atrevían a desnudarnos en medio de la calle".

El movimiento obrero de la comarca tenía además conciencia de que algunos sectores que hasta aquel momento habían sido utilizados por el régimen estaban a favor de la democracia: una parte de la Prensa, una parte de la Iglesia, algunos representantes del sindicato oficial, entre otros, entraron en confluencia con la oposición democrática. A partir del sindicalismo unitario del Baix Llobregat, se fueron creando en todas las localidades de la comarca asambleas democráticas y asociaciones de vecinos coordinadas con la Asamblea de Catalunya, el organismo unitario que en aquel momento coordinaba a toda la oposición.

En los locales del sindicato vertical en el Baix Llobregat, según recuerda uno de los principales dirigentes de aquella huelga, Carles Navales, como resultado del desgaste de la situación y por la infiltración sistemática, "se vivía un sindicalismo casi en libertad, se consolidó el derecho a la huelga, el de reunión y las colectas para cajas de resistencia, y esto dio pie a la creación de la Intersindical".

La huelga duró una semana y finalizó el 10 de julio con la aceptación patronal del convenio comarcal y la aceptación de los empresarios de renegociar con los trabajadores de Elsa y Solvay sus diferencias, manteniéndose los despidos de Navales y Martínez en Elsa. Ambos fueron readmitidos tres años más tarde, cuando se dictó la amnistía laboral.

Cargas policiales contra las numerosas manifestaciones callejeras, encierros de solidaridad en las iglesias, cierres del comercio, inactividad escolar y en gran parte de la industria, caracterizaron aquella huelga vivida en la primera comarca industrial de Cataluña.

La actitud intransigente de la patronal trajo como consecuencia que se perdieran más de dos millones de horas de trabajo y que toda la población se sumase a la huelga con el cierre de 1.000 establecimientos. La huelga terminó con la victoria del movimiento obrero del Baix Llobregat.
Joan Lloret Devesa
Foto: Toni Baños

 
 Comic 50 anys de vagues al Baix Llobregat